Una sexualidad plena también se logra conociendo el cuerpo de la otra persona y sus procesos. La menopausia, por ejemplo, es un período de cambios en el cuerpo femenino, por lo que es importante conocer más sobre ella y sus efectos.
La atrofia vaginal puede ser una consecuencia de los cambios que vienen con la menopausia y se refiere al adelgazamiento, resequedad e inflamación de las paredes vaginales cuando el cuerpo tiene menos estrógeno.
Esto puede provocar relaciones sexuales dolorosas y provocarle a la mujer síntomas urinarios parecidos a los de las infecciones en esa área. Por lo tanto es todo un cambio en el cuerpo que transforma la vida sexual de la persona.
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De hecho, los síntomas de la atrofia vaginal pueden presentarse antes de la menopausia o después, y también en otros momentos de cambio hormonal, como la lactancia, o el tratamiento de enfermedades como el cáncer.
Muchas mujeres optan por no buscar tratamiento y viven con los síntomas; sin embargo, existen opciones que pueden darle solución a sus incomodidades, así como formas de prevenir este padecimiento.
Uno de los métodos de prevención es la actividad sexual con o sin pareja, ya que de esta forma se activa la circulación sanguínea y ayuda a mantener los tejidos vaginales saludables.
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La atrofia vaginal definitivamente cambia la relación de una mujer con su sexualidad, y por lo tanto con su pareja. Aceptar que con el paso del tiempo las personas y los cuerpos cambian nos puede ayudar a hacer frente a estas situaciones de una manera distinta.
Son indispensables la paciencia, comunicación y claridad para encontrar una nueva forma de conectar sexualmente. Incluso buscar ayuda especializada como la de un sexólogo o terapeuta.
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Consulte a su médico.
Fuente:
Mayo Clinic